martes, 16 de enero de 2018

4 MUJERES FUNDAMENTALES EN LA LUCHA POR LA IGUALDAD DE DERECHOS EN ESPAÑA


 

    1. Clara Campoamor

    2. Concepción Arenal

    3. Emilia Pardo Bazán

    4. Carmen de Burgos y Seguí

 
A lo largo de la historia, muchas mujeres se han destacado en la lucha por la igualdad de derechos, sobre todo desde mediados del siglo XIX, y durante todo el siglo XX, donde el movimiento reivindicativo de la mujer comenzó a tomar cada vez más fuerza. Estas son 4 mujeres representativas de la lucha por la igualdad y por los derechos de la mujer en nuestro país.


1. CLARA CAMPOAMOR

Clara Campoamor fue una de las primeras abogadas de la historia de España. Fundación Pablo Iglesias.
Hasta 1931 las españolas podían ser elegidas pero no tenían derecho al voto. La abogada, y activista feminista, Clara Campoamor acabó con esa discriminación por primera vez en la historia. Consiguió que la Constitución republicana de 1931 reconociera el derecho al voto de todas las mujeres. Esta es su historia.
“Los ciudadanos de uno y otro sexo mayores de 23 años tendrán los mismos derechos electorales conforme a los que determinen las leyes.” Artículo 36 de la Constitución de 1931, la de la República.
Para llegar a eso, la jurista Clara Campoamor, que se presentaba por el Partido Radical, una formación de centro progresista de la época, se debió enfrentar a buena parte de la Cámara de los Diputados y especialmente a otras dos mujeres: Victoria Kent, del Partido Repubicano Radical Socialista, y Margarita Nelken, del PSOE.
Éstas, pese a apoyar el voto femenino, consideraban que no era el momento oportuno para implantarlo porque a las mujeres españolas les faltaba madurez y responsabilidad social lo que podría poner en peligro la estabilidad de la República.
Temían la gran influencia que la Iglesia podía tener en ellas porque un porcentaje muy elevado consultaría a su confesor antes de ir a votar, favoreciendo así a los partidos de derechas.
El voto femenino en España, una realidad gracias a Clara Campoamor
Los enfrentamientos verbales entre Campoamor y Kent fueron míticos en aquella primera legislatura. Por suerte, en esa ocasión vencieron los argumentos de Clara Campoamor por 40 votos de diferencia. 161 a favor y 121 en contra. Como consecuencia, la Segunda República española igualó al hombre y a la mujer en este derecho elemental.
Y es que como aseguraba Campoamor en su discurso de defensa del sufragio femenino:” Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino”.
El recién adquirido derecho se materializó dos años más tarde, en las elecciones de 1933, cuando las mujeres españolas pudieron acudir a las urnas. Sin embargo, la alegría de Clara Campoamor y de quienes apoyaban el sufragio femenino tuvo fecha de caducidad.
Un derecho interrumpido por 40 años de dictadura
Apenas tres años después, tras el golpe de estado y la dictadura franquista instaurada en 1939, las ilusiones democráticas se diluyeron y tardaría 40 años en volver a aparecer.
Concretamente, la ilusión del voto femenino volvió a ser una realidad en las elecciones democráticas de 1977.
Hoy, cuando ya han pasado 85 años de aquellos fantásticos debates que sostuvo Clara Campoamor en el parlamento, algo nos ha quedado de ellos: el derecho irrenunciable a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
el principio de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres
Sólo por eso Clara Campoamor, merece tener un recuerdo imborrable en la memoria de los hombres y las mujeres de bien.
Y es que, por mucho tiempo que haya transcurrido, nadie debería olvidar que tan insigne jurista no dio la primera batalla por conseguir el sufragio femenino, sino que contribuyó de forma decisiva a la conquista del voto de las mujeres españolas y con ello a la efectividad del derecho a la igualdad entre mujeres y hombres.
Clara Campoamor fue la mujer que plasmó en el Parlamento la reivindicación de ese derecho básico en cualquier sociedad democrática.


2. CONCEPCIÓN ARENAL

Concepción Arenal, la educación de la mujer y pionera del feminismo en España.
Nació el 30 de enero de 1820 en Ferrol, La Coruña. A los 8 años perdió a su padre, un militar liberal que se opuso a la monarquía de Fernando VII que sufrió represión por sus ideas. A causa de sus estancias en prisión, cae enfermo y muere, lo que provoca que, poco después, que Concepción entre en una escuela para señoritas.
Sus inquietudes intelectuales le llevaron a comenzar Derecho en la Universidad Central de Madrid, para lo que tuvo que vestir con ropa de hombre, ya que el acceso a la Universidad estaba vedada a las mujeres. Pero su carrera profesional la desarrolló en el ámbito de la literatura. Escribió poesía, teatro, zarzuela y novela.
Una mujer escritora brillante
Concepción comienza a escribir, junto a su marido Fernando García Carrasco, hombre capaz de entender y aceptar la actitud combativa de su esposa ante las injusticias de su época, en el periódico La Iberia. Tras caer este enfermo será ella quien escribirá los artículos con la firma de su marido.
Cuando muere, continuó escribiendo, aunque sin firma, reduciendo su salario a la mitad. Fue cesada al aparecer la ley de imprenta en 1857 que obligaba a la firma de los artículos de filosofía, política y religión.
Las obras que presentan esta vocación de Concepción Arenal son: La mujer del porvenir, La educación de la mujer, El estado actual de la mujer en España, El trabajo de las mujeres, La mujer de su casa, y El servicio doméstico.
Visitadora de Cárceles
En 1863, Concepción Arenal se convirtió también en la primera mujer que recibió el título de Visitadora de Cárceles de Mujeres, cargo que ostentó hasta 1865. Posteriormente publicó libros de poesía y ensayo, como Cartas a los delincuentes (1865), Oda a la esclavitud (1866) —que fue premiada por la Sociedad Abolicionista de Madrid—, El reo, el pueblo y el verdugo o La ejecución de la pena de muerte (1867).
En 1868, fue nombrada Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres y tres años después, en 1871, comenzó a colaborar con la revista La Voz de la Caridad, de Madrid, en la que escribió durante catorce años sobre las miserias del mundo que la rodeaba.Este hecho, junto con otros más, contribuyó a que Concepción tomara verdadera conciencia de la desigualdad de la mujer, y comenzó a escribir sus, a posteriori, enorme cantidad de ensayos en los que pone negro sobre blanco sus creencias morales y feministas.
La madre del feminismo español
Fue con ella cuando nació el feminismo en España. Como los Krausistas, otorga a la educación e instrucción de la mujer un papel fundamental, pues Concepción dijo que la mujer no tiene otra carrera que el matrimonio, ya que los hombres aprenden un oficio y las mujeres no. Concepción considera a la mujer como ser humano marginado a quien hay que ayudar, respetar y estimular, educándola en la dignidad de condición de mujer y ser humano.
‘Odia al delito y compadece al delincuente’. Esta máxima ocupó las paredes de las prisiones españolas durante décadas. Su autora: Concepción Arenal, la visitadora de prisiones.


3. EMILIA PARDO BAZÁN

Emilia Pardo Bazán, autora de los pazos de Ulloa fue una pieza importante en la lucha por la igualdad de derechos en España
Emilia Pardo Bazán fue una escritora gallega que nació el 16 de septiembre de 1851 en La Coruña. Era hija de los Condes de Pardo Bazán, título que heredó en 1890. Durante su juventud viajó por Europa, aprendiendo idiomas y leyendo a los autores de la época. Fue con 25 años cuando se dio a conocer como escritora con la publicación de Estudio Crítico de las obras del Padre Feijoo, aunque había escrito artículos de sus viajes por Europa en el diario El Imparcial.
A lo largo de su prolífica carrera como escritora publicó obras de tal relevancia como “La Cuestión Palpitante”, “Insolación”, sus artículos sobre “La mujer española” o “Los Pazos de Ulloa”. En toda su obra se desprende un feminismo en el que clama que para poder elevar la posición de la mujer en la sociedad hay que educarla.
Quizás, su faceta más decididamente progresista fue su constante y activa preocupación por el tema de la promoción social y cultural de la mujer.
La influencia de Stuart Mill en el feminismo de Pardo Bazán
Como ella misma aseguró, su conciencia feminista despertó muy tempranamente, alentada por la ayuda comprensiva de su padre, que siempre impulsó sus inclinaciones, tal como recoge en el prólogo a La esclavitud femenina de Stuart Mill, que doña Emilia publicó en el tomo II de la Biblioteca de la mujer:
“Mi inolvidable padre, desde que yo puedo recordar cómo pensaba (antes de que yo pudiese asentir con plena convicción a su pensamiento), profesó siempre en estas cuestiones un criterio muy análogo al de Stuart Mill, y al leer las páginas de La esclavitud femenina, a veces me hieren con dolorosa alegría reminiscencias de razonamientos oídos en la primera juventud, que se trocaron en diálogos cuando comenzó para mí la madurez del juicio (…)Y repito que así le oí opinar desde mis años más tiernos, de suerte que no acertaría a decir si mi convicción propia fue fruto de aquélla, o si al concretarse naturalmente la mía, la conformidad vino a corroborar y extender los principios que ya ambos llevábamos en la médula del cerebro.”
Si algo caracterizó a Pardo Bazán fue el ser una mujer siempre dispuesta a defender sus ideas feministas y sociales.
Para ella, las naciones más progresistas son aquellas en las que la mujer tiene una mejor posición en la sociedad y que ha recibido mayor educación. Denuncia en su artículos la “doble moral” de la sociedad en la crítica a hechos de hombres y mujeres, en la que la mujer siempre sale mal parada.
Intentó dos veces su entrada en la Real Academia Española, pero ambas se le denegó porque “Ahí no había sitio para señoras”. La última vez que lo intentó fue en 1912, nueve años antes de su muerte, en 1921.

4. CARMEN DE BURGOS Y SEGUÍ

Carmen de Burgos y Seguí, maestra y feminista, dijo en el momento de su muerte que se sentía feliz por "morir republicana"
Nació en Almería en 1860 y fue periodista, escritora y activista de los derechos de la mujer española. Se casó a la edad de 16 años, pero su matrimonio fue una experiencia terrible para ella. Decidió abandonarlo todo y hacerse con el título de maestra, donde lo ejercería en una escuela de Guadalajara. A la vez, consiguió colaborar como articulista en distintos periódicos, de tal modo que, con el paso del tiempo, dejara la escuela para dedicarse al periodismo.
Fue una prolífica escritora de ensayos, novela y novela corta y una defensora del papel social de la mujer. En artículos, tertulias y conferencias mostró su inequívoca postura en favor del divorcio y del voto femenino. Esta faceta de escritora y periodista le sirvió para dar voz al derecho de igualdad de la mujer, al derecho al trabajo, a la educación y al sufragio universal.
En 1931 se afilió al Partido Republicano Radical Socialista e intervino en actos y mítines defendiendo el derecho de igualdad de la mujer. Y llegó a ocupar la presidencia de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas.
El 9 de octubre de 1932, tras haber intervenido en una reunión del Círculo Radical Socialista, fallecía de un ataque al corazón. El diario El Sol destacaba en su nota necrológica que en sus últimos momentos expresó su contento por morir republicana. Yolanda Rodríguez Vidales.

Contenido curado por Isabel Asolo (Community manager) HERAS ABOGADOS BILBAO S.L.P.

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