Texto recogido para nuestros lectores en La aldea
irreductible por Javier Peláez
Somos así. Es la naturaleza humana. Muchas veces nos
empeñamos en hacer difícil y complicado aquello que debería resultar más o
menos sencillo.
Hoy traigo algunas decisiones de Tribunales anglosajones que
resuelven pleitos con extrañas y curiosas situaciones en relación con el
material y el sitio en el que algunos decidieron dejar escrita su última
voluntad.
¿Es válido el testamento escrito en una cáscara de huevo?
En 1926, en el caso Hodson Vs. Barnes, un testamento escrito
en la cáscara de un huevo vacío fue considerado como válido por uno de estos
Tribunales.
El fallecido, cuyas iniciales eran J.B., había otorgado un
primer testamento de forma ordinaria (es decir, en papel) en 1920, y tras su
muerte en 1925, su esposa, a quien llamaba “Mag”, encontró en el armario de su
dormitorio una cáscara de huevo vacía en la que figuraba escrito con tinta:
(“17-1925. Mag. Todo
lo que poseo. – J. B.”)
El Tribunal determinó que el marido había escrito de puño y
letra la frase del huevo (un huevo de gallina por cierto) y, lo que es más
llamativo, que las cáscaras de huevo eran perfectamente válidas como material
sobre el que escribir un testamento.
Alguna fuente indica que el motivo por el que J.B. utilizó
la cáscara de huevo es que se encontraba a dieta y solía llevarlos consigo (¿?)
El testamento más corto del mundo, y escrito en una pared
En 1988, el caso Estate of Slavinskyji recoge otro curioso
testamento, el más corto del mundo según el Libro Guinness de los Récords.
“All to Wife” (“Todo para esposa”) apareció escrito en la
pared del dormitorio de un hombre que seguramente se dio cuenta de su inminente
desaparición e hizo un rápido y desesperado intento de distribuir sus bienes.
El testamento escrito en la ropa interior también vale
Otro Tribunal tuvo que decidir sobre la validez o no de un
testamento escrito en la ropa interior, concretamente en unas enaguas:
Los Angeles, 1925. George W. Hazeltine, de 86 años, yacía
enfermo en el hospital. Quería hacer un nuevo testamento y dejar 10.000 $ a sus
enfermeras, Lillian Pelkey y Madeline Higgins. Ya que no tenía papel a mano
(sic) (¿?) Miss Pelkey levantó su vestido y el anciano escribió su última
voluntad en las enaguas de la enfermera.
Aquí podéis ver la noticia en el diario “The Deseret News”
del 4 de febrero de 1926, cuando el asunto se encontraba todavía pendiente de
sentencia.
Las enaguas fueron finalmente admitidas como soporte válido
para el testamento, pero las enfermeras no pudieron disfrutar del legado porque
eran beneficiarias y testigos, a la vez, del testamento.
Y también es legal el testamento escrito en el guardabarros
de un tractor
El guardabarros y la navaja:
Sucedió en 1948. Cecil George Harris, un agricultor
canadiense, sufrió un grave accidente con su tractor y su pierna izquierda
quedó atrapada bajo la rueda trasera.
No fue encontrado hasta bien entrada la noche. Fue
trasladado a un hospital donde murió por las heridas.
Varios días después, unos vecinos, mientras contemplaban el
escenario del accidente, se percataron de una inscripción grabada con una
navaja en el guardabarros del tractor:
“En el caso que muera en este lío, dejo todo a mi esposa.
Cecil George Harris”
Los Tribunales determinaron que se trataba de un testamento
válido.
El guardabarros y la navaja se conservan y pueden verse en
la biblioteca de la Facultad de Derecho de Saskatchewan.
¿Todo esto también pasa en España?
Parte del testamento de Isabel I la Católica. Su firma “Yo,
la Reyna” (1504)
Siento decir que no, porque sería bastante divertido y
entretenido para los que nos dedicamos a esto. En general, la jurisprudencia
extranjera es amplia y permisiva (como hemos visto con la anglosajona) a la hora
de admitir el material en el que se puede escribir un testamento ológrafo.
La española, por el contrario, se muestra bastante estricta.
Sin entrar en tecnicismos, usar aquí, en circunstancias ordinarias, cáscaras de
huevo o unas enaguas, haría dudar de la existencia de una seria intención de
testar, y no es probable que nuestros Tribunales y nuestro Derecho Civil
otorguen validez a tal “innecesaria extravagancia”.
Nuestro gozo en un pozo. Así que, de momento, en España
mejor que nos dejemos de huevos, enaguas, guardabarros…
Y tampoco probemos a redactar nuestro testamento en lenguaje
de programación, ni tratemos de dejarlo escrito en Twitter .
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