La balanza de la Justicia
actual procede del Antiguo Egipto, pero no era el símbolo de Maat, la diosa de
la Justicia egipcia. Era el instrumento en el que Anubis, el dios de la muerte
que aparecía como un hombre con cabeza de chacal o perro salvaje, pesaba los
corazones de los difuntos para determinar si las almas merecían bien el paraíso
o ser devoradas por un monstruo horrible.
La mitología egipcia en el
germen de la balanza de la justicia
Como muchos de ustedes pueden
saber a través de lecturas o de películas de gran éxito, como “La momia”,
cuando un egipcio –pudiente, se entiende- moría se procedía a la momificación
de su cuerpo.
En ese proceso, se le
extraían todos los órganos internos y se sustituían por mirra y otro tipo de
sahumerios. El único órgano que se dejaba en su interior era el corazón.
¿Y por qué?
Muy simple: Porque el corazón
era la llave hacia el paraíso.
El libro de los muertos y el
descenso al inframundo
En el interior del sarcófago,
o al lado del cuerpo, se dejaba un rollo de papiro, conocido como “El libro de
los muertos”. Este texto era de vital importancia para el “Ba”, como se
denominaba al alma del difunto, que era el que tenía que iniciar su camino
hacia la otra vida.
Porque para llegar a ella
tenía que pasar por el inframundo o Duat, un peligroso lugar habitado por
monstruos de todo tipo, lagos de agua hirviente, ríos de lava y de fuego.
Para superar todas las
pruebas el Ba, a guisa de un Indiana Jones de hace 4.000 años, tenía que afrontar
todos los peligros sirviéndose de los conjuros contenidos precisamente en “El
libro de los muertos”.
Si conseguía el éxito,
llegaba a las puertas de la otra vida de la civilización egipcia, al “Yarú”.
El juicio de Osiris
Ese éxito, sin embargo, no
garantizaba disfrutar del paraíso eterno, aunque es verdad que, como aliciente,
como suele ocurrir en programas de gran audiencia como “Splash, famosos al
agua”, “Gran Hermano” o cualquier otro “reality” de televisión, se dejaba que
los almas de familiares y amigos difuntos lo recibieran y le dieran ánimos
–desde las gradas de la otra vida, se entiende- ante la gran prueba que todavía
le restaba por pasar.
La más importante de todas.
Una prueba que se denominaba
el “Ritual del pesado del corazón”.
“¿Cuánto pesa tu corazón?”
Esa última gran prueba tenía
lugar en la Sala de las dos Verdades.
Y ante tres dioses: Osiris,
el dios egipcio de la resurrección, símbolo de la fertilidad; Tot, el dios de
la sabiduría, la escritura, la música, los conjuros y los hechizos mágicos,
representado con cuerpo de hombre y cabeza del ave ibis; y Anubis, que aparecía
como un hombre con cabeza de chacal o perro salvaje.
Anubis era el dios del
inframundo o de la muerte (antecedente de Hades en la Antigua Grecia o de
Satanás, en nuestra civilización cristiana).
En ese escenario el “Ba”
entregaba a Anubis su corazón, que contenía las buenas obras hechas en vida
La pluma de Maat
Éste dios lo colocaba sobre
el platillo izquierdo de una balanza enorme.
Sobre el otro platillo, el
derecho, ponía la “Pluma de la Verdad”, una pluma de avestruz –la pluma de
Maat, el verdadero símbolo de la Justicia de Egipto-, que contenía las malas
obras perpetradas a lo largo de la vida.
Si el corazón -que contenía
sus buenas acciones, a modo de un disco duro- pesaba más que la pluma quería
decir que el difunto había sido una buena persona en vida.
El tribunal colegiado formado
por los tres dioses citados, en consecuencia, abrían al “Ba” las puertas del
“Yarú”, para que disfrutara, junto con sus familiares y amigos, de un paraíso
merecido por toda la eternidad.
Si, por el contrario, la
pluma pesaba más que el corazón significaba que la persona había sido mala.
No hay infierno, pero sí una
“devoradora de almas”
En ese preciso momento hacía
acto de presencia el Ammyt
la“Devoradora”, un monstruo espantoso, mezcla de león, cocodrilo e
hipopótamo; una pesadilla genética digna de la mente del doctor Moreau.
El “Devorador” seguramente
haría hoy las delicias de cualquier programa de televisión y dispararía los
índices de audiencia hacia alturas inimaginables. Con los consiguientes
ingresos publicitarios y la felicidad de los dueños de la cadena.
El “Devorador” se abalanzaba,
de forma violenta y ruidosa sobre el corazón del difunto y se lo comía,
impidiendo la inmortalidad del “Ba”.
Una faena.
Y el castigo supremo.
Las referencias a la balanza
de la justicia en civilizaciones posteriores
La balanza egipcia fue luego
adoptada por los griegos, como accesorio identificativo para Themis, su diosa
de la Justicia, significando su esencia: la igualdad con que todos los
ciudadanos son tratados.
De Grecia la tomaron los
romanos para Iustitia, su versión nacional de la justicia griega.
Y de ahí ha llegado hasta
nosotros, en un largo periplo de más de cinco mil años desde la primera
dinastía del Imperio Antiguo de Egipto, en el año 3.000 antes de Cristo, o de
Nuestra Era, como también se dice. Carlos Berbell y Yolanda Rodriguez.
Contenido curado por Isabel Asolo
(Community Manager) HERAS ABOGADOS BILBAO S.L.P.
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miércoles, 8 de noviembre de 2017
¿DE DÓNDE PROCEDE LA BALANZA DE LA JUSTICIA?
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