La neuro-economía es definida como el resultado de combinar
métodos de neurociencia y economía para entender mejor la forma en que el
cerebro humano genera las decisiones económicas y sociales. Es también expuesta
como un campo de estudio, que hace un puente entre la investigación en
neurociencia sobre el comportamiento de las elecciones humanas y la teoría
económica reuniendo neurocientistas, economistas, psicólogos, biólogos,
especialistas en teoría de la información y otros profesionales, en torno a la
investigación del comportamiento económico.
En la misma línea de argumentación, la neuroeconomía es descrita
como el uso de datos sobre procesos cerebrales que sugieren nuevos cimientos
para teorías económicas que explican cuanto ahorran las personas, por qué hacen
huelgas, por qué el mercado accionario flota, la naturaleza de la confianza del
consumidor y su efecto sobre la economía etc.
Colin Camerer, uno de los representantes de este nuevo paradigma
en economía, asegura que hasta hace muy poco, los economistas acostumbraban
tratar el cerebro como una “caja negra”, a la vez que, planteaban ecuaciones
con la intención de simplificar lo que en él ocurría, fundamentados en gran
medida en estudios empíricos sobre el comportamiento económico que, a su vez,
se basaban en datos como precios y cantidades. La neuroeconomía llegaría
entonces a sofisticar ese conocimiento tan precario del comportamiento
económico, apoyado en datos más precisos y avanzados al respecto.
Para la consecución de éstos datos la neuroeconomía se basa en
los métodos y las técnicas más avanzadas para examinar el ejercicio y el
desempeño cerebral, como son, los perfiles genéticos, los
electroencefalogramas, los análisis de química sanguínea, los análisis
hormonales, los estudios de actividad neuronal, test y medidas conductuales,
las imágenes de actividad neuronal, la manipulación a partir de
psicofarmacología, entre otros.
Por medio de métodos experimentales, la neuroeconomía,
desarrolla estudios relacionados con la teoría de juegos, la confianza, la emoción,
el comportamiento, la motivación, la evaluación, el cariño, la adicción y otros
más. Todo esto con el fin de responder a la pregunta de ¿cómo el cerebro
posibilita a la mente (o grupos de mentes) tomar decisiones económicas? La
neuroeconomía responde a ésta pregunta con el estudio de los procesos que se
desarrollan en el cerebro y que están asociados a la formación de creencias, la
percepción de las actuaciones previstas, y la elección efectiva.
La economía más tradicional, supone que un ser humano toma una
decisión tras de evaluar entre un grupo de posibles elecciones, disponiendo de
una serie de conocimientos con respecto a su contexto y a los demás actores del
mismo. La neuroeconomía va un paso más allá y se preocupa de cómo el individuo,
para tomar una decisión, enmarca las posibles elecciones en su contexto, además
de cómo percibe éste y cómo pueden resultar diferentes comportamientos, según
la percepción que el individuo tenga de él y de los demás agentes que en él
intervienen.
De
aquí se desprende uno de los puntos de discusión más álgidos de la nueva
economía, dado que, lo relevante no será entonces cuál es el contexto real del
agente que toma la decisión, sino en cambio, cual es el contexto que el
individuo percibe al tomar la decisión, esto ha sido llamado “framing effects” o efecto marco.
Otro aspecto que preocupa de manera importante a la
neuroeconomía se refiere al supuesto en economía de que las personas son
capaces de predecir las acciones de los demás actores del entorno. Éste
supuesto es uno de los fundamentos, por ejemplo, de la teoría de juegos o
teoría de las decisiones interactivas. Aún así, los economistas parecen no
conocer ni interesarse por las capacidades y condiciones que permiten al ser
humano percibir e incorporar las intenciones de los demás agentes, a las
propias decisiones. La neuroeconomía pretende proveer de conocimiento,
referente al mecanismo neuronal subyacente a éstas capacidades, que permiten no
sólo anticiparse al comportamiento del otro, sino también, conjugar éstas predicciones
con las creencias y preferencias propias.
En
éste sentido, la neuroeconomía realiza aportes con las teorías “Mind Reading” y “Empathy”. La
primera, “Mind Reading” o lectura de la mente, es una capacidad
que permite solo a los hombres, realizar atribuciones sobre los estados
mentales de los demás. Se ha descubierto, por ejemplo, que ésta capacidad es
desarrollada alrededor de los 5 años de edad y se altera en los niños con
autismo, lo cual podría explicar sus limitaciones en comunicación e interacción
social. Asimismo se ha demostrado, a partir de ejercicios y juegos, la
participación de una zona específica del cerebro, el lóbulo pre-frontal medio,
el cual responde, no sólo, a los estímulos propios de la capacidad de
mentalizar los pensamientos, intenciones o creencias de los demás, sino también
cuando las personas concurren a sus propios estados mentales.
La empatía, por otra parte, es la capacidad de las personas de
compartir sentimientos y emociones de otra persona, en ausencia de estimulación
directa emocional. La neurociencia, con varios experimentos, ha probado
ampliamente cómo los seres humanos pueden sentir por otros, emociones y
sensaciones como ira, miedo, tristeza, alegría, dolor y lujuria, así como
emociones más complejas como la culpa, la vergüenza y el amor. Éstos estudios
también han demostrado cómo la empatía puede ser sentida tanto por personas
conocidas, como por personas desconocidas y, por tanto, contribuye a la
facultad de los seres humanos de descubrir los sentimientos y sensaciones de
los demás e incluso de anticiparnos a cómo reaccionar en ciertas condiciones.
Todo lo anterior tiene serias implicaciones para la economía, el
entendimiento de cómo los agentes son capaces de representar los estados
mentales de los demás agentes, implica un conocimiento en otro nivel de los
orígenes de las elecciones que toma el ser humano. Es un acercamiento, ya no a
la comprobación de que los sentimientos de un ser influyen en sus decisiones,
sino a cómo influyen, en qué medida y qué comportamientos se generan a partir
de cada una de éstas sensaciones.
La descripción de éstos dos aportes de la neuroeconomía, son
sólo una pequeña muestra de los que en éste sentido se está desarrollando,
bajos dos modos de abordar los problemas económicos, uno incremental, mediante
el cual se pretende sofisticar los actuales modelos económicos, desde datos
generados en las investigaciones neuro-económicas; el segundo enfoque trataría
desafíos más medulares inherentes a la compresión del comportamiento humano,
que la economía actual sustenta, generando conocimiento más explícito referente
a mecanismos cerebrales propios a dicho comportamiento
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