La expresión cisne negro
tiene una bonita historia detrás. Cuentan que los europeos creían que sólo
existían los cisnes blancos. Y no fue hasta que llegaron a Australia en el
siglo XVII cuando se dieron cuenta de que existían ejemplares con las plumas negras.
Lógicamente, se consideraba un hecho altamente improbable, pero sucedió.
En 2008, el matemático Nassim
Nicholas Taleb desarrolló una teoría llamada de los ‘cisnes negros’ en su libro
“El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable”, en el que explica cómo
acontecimientos altamente improbables para los expertos en los mercados pueden
tener lugar y ocasionar consecuencias devastadoras para las bolsas. Dicho de
otra manera, los inversores no están preparados para protegerse de situaciones
poco relevantes (subestimadas) e inesperadas, por lo que cuando éstas ocurren,
sus efectos son mucho mayores.
Ejemplos de lo que se
considera como ‘cisnes negros’ fueron el ataque a las torres gemelas, la
erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull o, en cierta medida, el reciente
desplome de la automovilística alemana Volkswagen por mentir en los datos de
emisiones de sus vehículos.
Algunas firmas de
asesoramiento financiero incluyen ‘cisnes negros’ en sus previsiones para el
año siguiente para demostrar que hasta las situaciones más inverosímiles son
posibles y que, en función de las percepciones de cada inversor, hay que
cubrirse ante ellas.
Por ejemplo, para 2015 un
banco danés propuso estos diez cisnes negros: el crash del mercado inmobiliario
británico, que la inflación en Japón alcanzara el 5%, la devaluación del yuan
chino un 20%, que Weidmann sustituyera a Draghi como presidente del Banco
Central Europeo, un nuevo default en Rusia, un ciberataque exitoso a Amazon, la
erupción del volcán Bardarbunga en verano, máximos en el precio del cacao junto
a un repunte del ébola en los países productores africanos, que el Reino Unido
abandonase la Unión Europea en 2017 tras la victoria en las urnas del UKIP o la
venta masiva de activos de alta rentabilidad corporativa europea (high yield).
Ni que decir tiene que
ninguno de estos cisnes negros se produjo. Sin embargo, para 2016 ya hay una
nueva lista de posibles cisnes negros, en este caso desde el departamento de
análisis de un banco francés: el Reino Unido abandona la Unión Europea (curioso
que se repita de nuevo inesperadamente el mismo suceso improbable), un
aterrizaje brusco de la economía china (debería crecer al 6% en 2016), que los
ahorradores estadounidenses ahorren más de lo que se ha previsto, que la Reserva
Federal estadounidense suba los tipos de interés oficiales más tarde de lo que
sería adecuado o una nueva recesión global.
Pero como no todo lo
improbable ha de ser forzosamente negativo (que existieran cisnes negros fue
algo realmente positivo) también prevén que se den sorpresas al alza en los
mercados a través de: unas cifras de inversión y comercio mucho más altas de
las estimadas, un mayor acomodo fiscal o una reforma económica rápida.
Un riesgo adicional que
apuntan en el banco francés es la caída en una espiral deflacionaria de la
economía global, algo que ya recogen algunos expertos en las fuertes caídas que
han sufrido las materias primas a lo largo de 2015.
Y para explicar lo que podría
ser un cisne negro español, podemos apuntar un mayor tensionamiento
independentista en Cataluña, la victoria en las urnas de los partidos
antisistema o la caída sorpresa de otra gran entidad financiera. (publicado por BBVA en 2015)
Contenido curado por Isabel Asolo
(Community Manager) HERAS ABOGADOS BILBAO S.L.P.
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