La Constitución de Cádiz, aprobada el 19 de marzo de
1812, festividad de San José, conocida por eso como la Pepa.
La
Constitución de 1812 se promulgó por las Cortes de Cádiz.
Es la primera Constitución propiamente española, ya
que el Estatuto de Bayona de 1808 fue una «carta otorgada» marcada por el sello
napoleónico. La Constitución se aprobó en el marco de la Guerra de la
Independencia (1808-1814), y fue la respuesta del pueblo español a las
intenciones invasoras de Napoleón que, aprovechando los problemas dinásticos
entre Carlos IV y Fernando VII, aspiraba a constituir en España una monarquía
satélite del Imperio, destronando a los Borbones y coronando a su hermano José
Bonaparte, conocido por el pueblo como Pepe Botella.
La Constitución de 1812 enlazaba con las leyes
tradicionales de la Monarquía española pero, al mismo tiempo, incorporaba
principios del liberalismo democrático tales como la soberanía nacional y la
separación de poderes. En el caso de la soberanía, poder supremo del Estado y
que hasta entonces correspondía al rey, pasó entonces a la Nación, como ente
distinto a los individuos que la integran, representado por los diputados, sin
estamentos ni mandato imperativo.
La separación de poderes, la más rígida de nuestra
historia, siguió el modelo de la constitución francesa de 1791 y la de EEUU, lo
cual impidió el nacimiento del régimen parlamentario en España.
El
texto incluyó principios como la soberanía nacional y la separación de poderes
La Constitución no incorporó una tabla de derechos y
libertades, pero sí recogió algunos derechos dispersos en su articulado, como
la libertad personal o el derecho de propiedad, aunque proclamó a España como
Estado confesional, no reconociendo la libertad religiosa.
La Constitución de 1812 fue efímera. Fernando VII la
derogó a su vuelta a España en 1814, implantando por seis años un férreo
absolutismo.
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