El "efecto enero" o "efecto cambio de
año" se encuentra dentro de los fenómenos que se conocen como
"Anomalías de Calendario", y consiste en que durante los últimos días
del mes de diciembre la cotización de las empresas en Bolsa tiende a bajar,
produciéndose en el mes de enero rentabilidades anormalmente elevadas respecto
a las del resto del año. En concreto, parece ser que esta anomalía se
manifiesta en el período comprendido entre el último día de diciembre y los
cinco primeros días de negociación del mes de enero, y que afecta
principalmente a las empresas de menor tamaño, al ser sus cotizaciones más
volátiles.
Además, según este efecto, el comportamiento que
tenga la Bolsa durante esos primeros días del mes de enero será el patrón que siga
durante todo el año. Es decir, es muy probable que el ejercicio sea alcista si
tras la finalización de la quinta sesión de dicho mes, la Bolsa registra
ganancias. Así, según numerosos estudios, este efecto se ha cumplido en 28 de
las 33 últimas veces, siendo enero un mes positivo en la mayoría de los casos,
salvo en contadas ocasiones como la crisis del petróleo del 73 o el año 2008.
Año que muestra especialmente el claro acierto de esta anomalía, pues en medio
de un optimismo imperante, en el que nadie esperaba una profunda crisis, el mes
de enero fue devastador, con fortísimas caídas que, según este efecto,
anticipaban un fuerte año bajista, como realmente ocurrió.
CAUSAS
Esta tendencia del mercado se ha intentado explicar
por algunos factores, entre los que cabe destacar los siguientes.
1. Hipótesis de pérdidas fiscales o hipótesis impositiva
Una posible explicación a esta anomalía es la
existencia de motivos fiscales. Es decir, el hecho de que determinados agentes
sigan una estrategia inversora consistente en vender aquellos títulos que al
finalizar el año, tuvieran pérdidas en sus cotizaciones para obtener
minusvalías. Un comportamiento agregado de los inversores acentuaría aún más la
caída de las cotizaciones, que volverían a su valor de equilibrio posteriormente,
cuando los agentes reconstruyeran sus carteras comprando nuevos títulos.
De este modo, aprovechando una imperfección del
mercado podría establecerse una estrategia de inversión con la que obtener
beneficios extraordinarios, consistente en comprar valores de compañías cuyos
precios alcanzasen mínimos anuales en la última semana de diciembre para
venderlos posteriormente en enero.
2. La hipótesis "window dressing" o "maquillaje de
carteras"
Es
otro factor que contribuye a explicar el "efecto enero". Según esta
hipótesis, el comportamiento de los gestores profesionales es radicalmente
distinto entre el final de un año y el principio del siguiente. De este modo,
durante el mes de diciembre llevarían a cabo una política de inversión menos arriesgada
que contribuyera a presentar un informe anual favorable a sus intereses
profesionales. Para ello pueden utilizar distintas estrategias de maquillaje,
siendo la más utilizada la denominada mark-up, consistente
en vender al final del año aquellos activos que no han sido populares para que
no aparezcan como componentes de la cartera al publicar el informe anual, y
comprar aquéllos que sí han sido populares. De este modo se maquillaría la
composición real de la cartera a lo largo del año.
Las razones que mueven a los gestores profesionales
a llevar a cabo dicha estrategia son muy diversas:
·
- Al final de año se evalúa la gestión anual que
han llevado a cabo: no sólo se analizan los resultados de las carteras, sino
también su composición.
·
- La composición de las carteras puede captar a
nuevos clientes, atraídos por las estimaciones de rentabilidad-riesgo
ofrecidas, por lo que deben ofertarse carteras llamativas y populares.
Una
vez realizada la evaluación y captados los clientes, el incentivo de maquillaje
de carteras habría desaparecido, y comenzaría otra etapa en la que la política
de inversiones sería tremendamente agresiva con el objetivo de superar
sus benchmarks, obteniendo así mejores resultados.
Si la mayoría de los agentes profesionales que
operan en el mercado confían en que se produzca el "efecto enero",
harán aún más agresivas sus estrategias a principios de año para beneficiarse
de dicho fenómeno.
El principal problema para detectar si realmente los
agentes institucionales realizan estrategias de maquillaje de sus carteras es
el hecho de que sólo se dispone de información sobre la composición de las
mismas al final de año, por lo que exclusivamente será posible realizar
comparaciones de la cartera del final de un período con la cartera del final de
otro, que serán parecidas al estar motivados por políticas de inversión poco
arriesgadas.
Factor
psicológico
Está relacionado con el reajuste de carteras. Los
inversores forman su cartera sabiendo que si la inversión se realiza en enero,
los errores podrán ser enmendados en los once meses del año restantes.
Otros factores
·
- En diciembre suelen hacerse numerosas
aportaciones a planes de pensiones, dinero que será invertido a comienzos del
año próximo.
·
- A final de año hay numerosas fiestas que
acortan el mes de diciembre, lo que ocasiona que muchas decisiones sean
pospuestas para el año siguiente.
·
- Al terminar el año aumenta también la
información relativa a los valores cotizados. Se elaboran las cuentas anuales
de las compañías, los informes anuales de los fondos de inversión, etc.
La mayor parte de los factores expuestos para el
"efecto enero" parecen confirmar la existencia de una actividad en
los mercados más elevada de lo normal alrededor del cambio de año. Sin embargo,
esta idea ha sido rebatida y rechazada por gran cantidad de estudiosos, pues
equivale a suponer un comportamiento de los agentes sistemáticamente
irracional.
Así, este comportamiento del mercado tiene una gran
importancia y es considerado anómalo o irracional porque ni el hecho de que
llegue al mercado nueva información a final y principios de año, ni el
razonamiento basado en motivos fiscales o el maquillaje de carteras
anteriormente expuestos, aportan explicaciones satisfactorias para que esto
ocurra sistemáticamente cada año.
IMPLICACIONES
La
existencia de este comportamiento estacional en los mercados de valores tiene
importantes implicaciones para la teoría financiera, especialmente para la
teoría del mercado eficiente, pues arroja dudas sobre la misma al ser posible
la obtención de beneficios extraordinarios siguiendo una serie de estrategias
de inversión. De este modo, el "efecto enero" es considerado por
muchos como un indicador de ineficiencia en el mercado financiero, al suponer
un duro golpe a la hipótesis débil de eficiencia, y especialmente al modelo
del Random Walk.
Para aprovechar la existencia del "efecto
enero" pueden utilizarse diversas estrategias.
·
a) Futuros financieros: Como consecuencia del
"efecto enero" se espera que a principios de dicho mes las empresas
de baja capitalización obtengan por término medio rendimientos más altos. Por
lo que dicho efecto podrá aprovecharse en aquellos mercados muy desarrollados,
como el norteamericano, que permitan la negociación en futuros sobre índices de
distinta caracterización. La estrategia inversora consistiría en comprar aquel
contrato sobre un índice que se base en el valor de las empresas de reducido
tamaño, y vender el contrato de futuros sobre el índice que plasme la situación
de las grandes empresas. Sin embargo, en España no será posible sacar partido
de este modo del "efecto enero", al permitirse la negociación en
futuros exclusivamente sobre el índice IBEX 35.
·
b) Opciones sobre índices: El objetivo en este
caso sería el mismo, cambiaría la estrategia inversora que consistiría en
comprar opciones call sobre un índice basado en
el valor de las empresas de reducido tamaño, y opciones put sobre el índice que recoja la valoración de
las grandes empresas. Sin embargo, en el mercado español nos encontraríamos con
el mismo problema que en el caso anterior.
·
c) Fondos de inversión: Para aprovechar el
"efecto enero", otra posible estrategia a seguir sería obtener a
finales de año participaciones de fondos especializados en la inversión en
acciones de empresas de reducido tamaño para posteriormente, a finales de
enero, cerrar dichas posiciones obteniendo posiciones en fondos más
conservadores.
·
d) Acciones ordinarias individuales: Otra
posibilidad sería comprar en la segunda quincena de diciembre acciones de
empresas de baja capitalización o aquéllas con precios muy por debajo de sus
máximos de 52 semanas para proceder a venderlas a mitad del mes de enero, una
vez finalice el efecto. Esta vía es la mejor para exprimir al máximo el
"efecto enero" pues da mayor libertad al inversor, el problema es el
coste en comisiones en que se incurre.
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