El gurú de la abogacía, Richard Susskind, anuncia un
futuro en el que el sector legal deberá perder el miedo al uso de las nuevas
tecnologías y profundizar en la estandarización de algunos servicios.
Richard
Susskind, profesor de Oxford, escritor y conferenciante.
«En los próximos diez años, el impacto de la
tecnología traerá más cambios para la abogacía que los observados en el sector
en el último siglo». Esta es una de las predicciones del gran gurú de los
abogados, Richard Susskind, que considera que los profesionales del Derecho
tienen que esforzarse por anticiparse al mercado y dejar atrás su «irracional
rechazo al uso de las nuevas tecnologías».
El profesor de Oxford, conferenciante internacional
y autor de libros sobre el futuro de la profesión jurídica, describió el pasado
martes en Madrid el actual panorama de la abogacía como un mercado en el que
las empresas están reduciendo los costes en abogados externos y recortando el
número de letrados propios, al mismo tiempo que la complejidad regulatoria va
en aumento.
Por
ello, destacó que el reto estará en «apostar por una estrategia colaborativa
que reduzca costes y mejore la eficiencia», estudiando qué cuestiones se pueden
externalizar, así como la posibilidad de eliminar aquellas labores para las que
los abogados están sobrepreparados, estandarizando las funciones más básicas y
asignándoselas a personal de apoyo, o lo que se conoce en el sector como
paralegal. Todas estas visiones sobre el futuro de la profesión las pronunció
en la clausura del Legal Management Forum 2014,
organizado por Wolters Kluwer e Inkietos.
Pistas
para el futuro
-
La innovación y la tecnología serán las claves para el desafío de orientarse al
cliente.
- No basta con ofrecer un buen precio a los clientes. Éstos buscan además, efectividad y predictividad. - Las firmas esperan del abogado no sólo el conocimiento jurídico, sino que genere negocio.
- Los letrados deberán mostrar su eficiencia en tareas que pueden hacer ya colectivos no jurídicos
- No basta con ofrecer un buen precio a los clientes. Éstos buscan además, efectividad y predictividad. - Las firmas esperan del abogado no sólo el conocimiento jurídico, sino que genere negocio.
- Los letrados deberán mostrar su eficiencia en tareas que pueden hacer ya colectivos no jurídicos
Susskind señaló que hay que buscar la manera de
«desagregar» cada pieza del servicio legal para gestionarlo individualmente de
un modo mucho más eficaz. «A las empresas no les importa tanto pagar más por un
trabajo que aporta valor añadido, pero no por algo que pueden hacer los
abogados junior», insistió Susskind, que invitó al nutrido público de abogados
que lo escuchaba a que se preguntaran lo siguiente: «¿Para qué problema eres la
solución?, ¿cuál es el valor fundamental que aportas como abogado?, ¿cómo
conviertes tu conocimiento en valor añadido para el cliente?».
En
la misma línea que Susskind, Stacey Caywood, consejera delegada de la división
de Legal & Regulatory de Wolters Kluwer, señaló
algunas tendencias que se están detectando en el sector de la abogacía, como el
incremento en el uso de servicios de firmas no estríctamente jurídicas, por
ejemplo para la parte de trabajo más administrativa: «Los bufetes podrán jugar
un papel en este contexto sólo si son lo suficientemente flexibles en la
adaptación de sus estructuras», apuntó.
CambiosEn
todo este nuevo y complejo panorama que se configura para el mercado legal, hay
que añadir un factor más: los nuevos modelos de facturación que, en buena
medida a raíz de la crisis, están experimentando cambios. Este fue también un
tema recurrente durante el foro legal celebrado en Madrid y del que hablaron
expertos de dentro y fuera de nuestras fronteras, ahondando en la necesidad de
la búsqueda de modelos innovadores en el pago de honorarios, dejando de lado el
ya obsoleto cobro por horas.
Con todo, será la irrupción de las nuevas
tecnologías lo que represente el mayor reto para los abogados del futuro, con
el desarrollo de sistemas de tecnología cognitiva e inteligencia artificial
como el proyecto Watson de IBM, con los que una máquina ya puede responder a
consultas legales complejas.
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